Walter Model fue probablemente el mejor comandante superior alemán de la Segunda Guerra Mundial. Frente al metódico Rundstedt, o a un Manstein capaz de captar todos los problemas operacionales de una situación, Model era un soldado enérgico, con una fuerte carga de desprecio hacia las jerarquías, y dirigía a sus hombres desde el frente. Comandante atrevido y a veces rayano en la imprudencia, su avance hacia Kiev en 1941, la resistencia en el saliente de Rzhev, el contraataque en Varsovia en agosto de 1944 o la rápida reacción a la Operación Market-Garden se cuentan entre las mejores batallas alemanas de la guerra. La resistencia de la Wehrmacht en el Oeste del otoño de 1944 se debió, entre otros factores, al talento defensivo de Model. Model fue un partidario convencido del nazismo. Vio cómo su carrera se propulsaba hacia arriba con la llegada de Hitler al poder. No participó en el complot anti-hitleriano de julio de 1944. «Soy un soldado», fue su respuesta cuando le pidieron ayuda para acabar con Hitler. Por lo menos hasta después de la ofensiva de las Ardenas, conservó el favor de Hitler. Era el soldado ideológicamente sólido y «popular», sin los matices aristocráticos de la casta profesional del estado mayor, que el dictador soñaba para dirigir su Wehrmacht. En los momentos de la debacle final del Tercer Reich, Model sacó a relucir lo mejor de su oficio como soldado y lo peor como ser humano. Para él, la victoria era una cuestión de fe y voluntad radicales. El derrotismo y la falta de entrega absoluta eran sinónimos de cobardía. Todo estaba subordinado al éxito de las operaciones. Incluso cuando ya no había esperanza alguna, Model continuó dictando órdenes irracionales y criminales hasta que, en abril de 1945, se quitó la vida antes de caer prisionero.
448 páginas, 16'5x23'5cm, rústica con solapas. Contiene mapas y fotos.